Cuando recientemente me tuve que mudar de un día para otro como quien dice, tuve que empezar la ardua tarea de tirar una vida. Sabía que donde fuera ya no tendría el mismo espacio. Fue difícil y a veces doloroso sortear qué tiraba y qué me quedaba. Creo que sentí casi el mismo dolor que cuando tuve que ayudar a mi amiga y su hijo a deshacernos de las cosas de mi mejor amigo cuando falleció. Todo ocurrió igual de rápido que con mi separación. A los tres días de su despedida nos pusimos manos a la obra, con el corazón lleno de pesar, a tirar su vida como si nunca hubiera existido. Deshacernos de sus cosas fue un poco como decepcionarle, como tirarle a él aunque esa no fuera la intención.
Él coleccionaba gafas de sol, y decía que le molestaba la luz mucho más que a muchos mortales por tener ojos azules muy claros. No sé si llegó a usarlas todas, pero a mi me tocó deshacerme de la mayoría. Por otro lado, yo coleccionaba zapatos, e inútiles curiosidades varias. También tenia cajas repletas de esas cosas que uno guarda para “ese momento especial,” que nunca llega. Esas fueron a la basura.
No sé porque nos da por coleccionar tantas cosas, muchas de ellas inútiles. Quizá porque así nos creamos una falsa sensación de permanencia, con la certeza errónea de que seguro que algún día las necesitaremos. Ese día rara vez llega y se quedan en un desván abandonadas y excomulgas en un rincón.
Yo, entre las miles de cosas que tenía guardadas, tenía las cajitas de las joyas que me habían ido regalando a lo largo de los años y no, no las tiré. Son cajitas preciosas que da lástima deshacerse de ellas, y siempre supe el motivo por el que las guardaba. Siempre tuve la idea de ir dándoselas a mis sobrinas en su cajita correspondiente en un futuro, que además es inminente, con la esperanza de que les haría más ilusión recibirlas así y no en mano sin más. También prefiero ser yo la que se las de en vida y verlas luciendo lo que en su día yo tanto disfruté llevando.
Me alegro de haber guardado esas cajitas durante tanto tiempo por mucho espacio que ocuparan e inútiles que fueran en su momento. Hay cosas que vale la pena guardar si hay un destinatario y no importa el tiempo que las tenga uno que tener en el desván del olvido.