Es ley de vida que a veces busquemos la soledad, otras nos busca ella. También ocurre que nos envuelve y nos reduce. Pero nada de esto es malo. Es necesario. La soledad se tiene como algo perverso, como un castigo que nos trae la vida. Discrepo. La soledad es algo que es parte de la vida, que hay que vivir para conocerse, encontrarse y meditar. Es necesaria esta soledad, que a veces parece infinita, para disfrutar de la compañía. Ya sea de amigos, seres queridos, conocidos o un encuentro fortuito que nos alegra el día y nos hace sentir parte de algo aunque sea solamente por unos instantes.
La soledad es nuestro derecho, nos pertenece tanto o más que la compañía, ya que estos momentos a solas nos enriquecen tanto o más que los otros en los que nos confundimos o perdemos. Si no fuera por esta soledad, no nos daríamos cuenta de cuánto apreciamos la compañía. Esta distancia necesaria nos vuelve más amables, menos impacientes con los demás, pues de lejos podemos ver quienes son esas personas que a veces nos ponen de los nervios, y a esas otras que queriendo o sin querer, por mucho que los apreciemos insisten en rompernos el corazón una y otra vez. Dichosos no son a los que esto no les ocurre pues cada uno lleva su cruz. Es en la soledad, la que nos pertenece, en la que hayamos la paz, la nostalgia, que en contados momentos la compañía nos ofrece.