Me cuesta desprenderme de cosas tanto que en mi mudanza me doy cuenta de que tengo mil objetos que me lastran, algunos por los recuerdos, otros por la poca falta que me hacen. Los miro con el peso de los años y con cierta tristeza, pues tengo que dejar atrás mucho que ya no tiene lugar en el otro hogar.
Me despido de parte de mi vida, un poco como hacemos cada día. Un nuevo comienzo aunque solo sea de domicilio.