Un día cualquiera
Era un día cualquiera. No recuerdo la fecha, sólo recuerdo que lucía un sol primaveral esplendoroso, y ahí me lo encontré, en una esquina, sentado en la acera apoyado contra la pared. No era un indigente, pues llevaba traje y corbata. Ahí estaba, llorando, con las manos cubriéndose el rostro.
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