Después de la tormenta llegó la templanza y las ganas de vivir.

Siento cierta templanza. Después de la tormenta las aguas se han calmado. Veo el mundo de otra manera, quizá con una visión más tranquila. Tengo poco ánimo de lucha. No porque me falten las fuerzas, sino porque las cosas las voy tomando menos a pecho y la aceptación de las situaciones desagradables llega antes.

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De la noche a la mañana, cambio de rumbo.

Dicen que los cambios más duros emocionalmente son las mudanzas, un despido y bueno, el divorcio. Quizá porque todos ellos conllevan un cambio drástico de rutina, de vida. Todo lo que hacías con asiduidad, que daba un sentido quizá falso de seguridad, de un día para otro se desvanece. Te encuentras como si te hubieran […]

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